TEORÍA PARA ACTUAR ANTES DE TIEMPO / Exposición Antológica de Pablo Cardoso

(Galería: Registro fotográfico de la Exposición Antológica «Teoría para actuar antes de tiempo», realizado por Pablo Cardoso, ganador del Premio Mariano Aguilera a la Trayectoria Artística 2012)

Teoría para actuar antes de tiempo

Por Ana Rosa Valdez

En septiembre de 2012 Pablo Cardoso (Cuenca, 1965) obtuvo el Premio Mariano Aguilera a la Trayectoria Artística entregado por el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito. Esta fue la primera edición del premio una vez que el certamen modificó radicalmente su formato y mecanismos de convocatoria. La Galería Proceso / Arte Contemporáneo de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay, postuló a Cardoso para esta convocatoria pública, y un jurado nacional e internacional lo designó ganador[1]. Dentro de los objetivos principales de este premio se encuentra el de resaltar los procesos creativos que ha desarrollado el artista durante su carrera profesional. Esto permite ampliar el concepto de galardón promovido por los salones de arte locales, donde se premiaba a una obra, hacia otras formas de reconocimiento y valoración del arte contemporáneo que implican destacar una trayectoria para posteriormente investigarla y difundirla.

Esta exposición antológica tiene como propósito analizar los diferentes momentos en la carrera de Pablo Cardoso, con obras que datan desde 1987 hasta la actualidad, haciendo énfasis en las reflexiones estéticas que están presentes de manera más o menos constante en sus creaciones. Estas inquietudes gravitan principalmente en torno a la representación del tiempo y la experiencia subjetiva de acontecimientos cotidianos, al proceso de la mirada y de la percepción sensible de la realidad. Se busca indagar sobre los gestos del artista en el acto de hacer pintura. Examinar su postura escéptica frente al mundo inestable que habitamos, analizar su interés por las cosas inciertas, los estados transitorios, los lugares imprecisos y la ironía sobre los conceptos establecidos como verdad. Resulta asimismo importante evidenciar que muchas de sus propuestas artísticas provienen de procesos de autorreflexión y búsquedas de lo trascendental, que encuentran un lugar idóneo en los acontecimientos cotidianos y en las cavilaciones de corte ontológico que éstos pueden generar. El potente valor instrumental de la pintura le posibilita a Cardoso sugerir de manera discreta asuntos personales e íntimos, y preocupaciones actuales sobre el discurrir de la vida diaria, siempre en un ejercicio filosófico de pensarse a sí mismo en tiempo presente.

La curaduría se ha tejido en un diálogo permanente con el artista, quien ha participado intensamente en la coproducción de contenidos y en la selección de las obras. Esto ha permitido realizar un abordaje respetuoso y coherente con la intencionalidad artística que sustenta su trabajo. La exposición ha sido estructurada a partir de cortes temporales que tienen como finalidad presentar al público distintas maneras de “encontrar” los contenidos curatoriales. Posteriormente se han trazado dos cortes históricos que dan cuenta de procesos de búsquedas y experimentaciones que durante una década le abrieron posibilidades estéticas para consolidar una obra madura.

El primer corte permite conocer y analizar la obra de Cardoso producida entre 2001 y 2013, desde las siguientes líneas temáticas:

La (re)invención de trayectos sobre territorios difusos, lugares de tránsito y espacios de la cotidianidad, los cuales se conceptualizan desde reflexiones sobre la percepción sensible del entorno. Estos recorridos, así como las interpretaciones de rutas y paisajes ambiguos, posibilitan al artista encuentros consigo mismo en situaciones propicias a la autorreflexión: caminatas en la ciudad, viajes por carreteras, traslados al exterior, etc. A diferencia de las derivas psicogeográficas situacionistas[2], los trayectos de Cardoso no pretenden constituirse en herramientas políticas de cambio social. Su aparición en la obra del artista se sitúa más bien en un proceso de búsqueda interior que es posible a través de experiencias específicas, las cuales se conceptualizan desde la activación de unas potencias narrativas ficcionales; la reinvención de actos cotidianos (en 29.IV.02 y 18.VI.02); mediante gestos reflexivos sobre la experiencia que acontece en los lugares de tránsito (Lejos Cerca Lejos)-; o desde la invención de trayectos que permiten cartografiar geografías locales, lo cual resulta evidente en la serie Nowhere, de la cual presentamos dos obras. Inclusive el concepto de deriva se desliza hacia unos gestos pictóricos que abordan críticamente la noción de ruta o camino, desde sus formas representacionales, como en la serie Art Autre, o en la serie Sábanas, donde reinterpreta poéticamente el género del paisaje.

La representación estética del tiempo presente, que se manifiesta de manera azarosa en la experiencia sensible de la vida cotidiana. Esta inquietud se visibiliza en pinturas como Allende, con la que Cardoso participó en la Bienal de Arte de Venecia en 2007. Para la realización de este proyecto el artista solicitó a un habitante de esa ciudad fotografiar un punto cualquiera del horizonte veneciano, que fuera parte de su iconósfera cotidiana, durante un período de tiempo determinado y que le remitiera esas fotos a través del correo electrónico. Estas imágenes dieron lugar a una obra en pintura compuesta por setenta cuadros que corresponden a cada una de las fotografías obtenidas. La propuesta logra convertirse en una metáfora del territorio intangible que constituye el Internet, como un espacio de comunicaciones entre personas que habitan en distantes latitudes. De esta situación se desprende el título, un arcaísmo que significa “del lado de allá”. De igual manera, reflexiona sobre el transcurso del tiempo y el carácter inestable del paisaje como representación de un territorio. Cardoso lo logra desde una reinterpretación de este género que permite pensar el paisaje como un acontecimiento. Esta imagen tiene como antecedente 6:00 AM, serie compuesta por treinta cuadros realizados a partir de fotografías que muestran una vista desde su propia residencia, en Cuenca.

Ambas series permiten repensar el concepto de paisaje, género que en el siglo XIX se consolidó como una construcción política discursiva ligada al imaginario de la nación, que permitió consagrar como hitos históricos a determinados lugares geográficos que contribuyeron a consolidar una noción de identidad nacional. En las obras de Cardoso el paisaje, lejos de tener funciones meramente representacionales, propicia una concepción ética de la imagen sustentada en una relación más personal con el territorio y con su condición climática y atmosférica, que evidencia los signos visibles del paso del tiempo.

El proceso de la mirada, constituido desde el lugar que ocupa el cuerpo en un territorio, y que construye el paisaje de manera significativa. Las piezas de la serie Geodesia y tres cuadros de la serie Coordenadas permiten reconocer este interés conceptual. Para su elaboración el artista realiza capturas fotográficas que posteriormente dan lugar a obras en pintura. En este trasvase se desenvuelven distintas temporalidades: las imágenes fotográficas implican una duración de tiempo basada en la fugacidad y la inmediatez; en su tránsito hacia la pintura establecen una duración otra, acorde con el ejercicio de la pincelada; la relación corporal con el material y con el espacio íntimo del taller. En ambas el recurso del desenfoque de la imagen resulta fundamental por cuanto pone en relieve la mirada subjetiva del artista.

La reflexión ética y estética sobre las construcciones discursivas que sustentaron políticamente el concepto de estado nación desde el siglo XIX. En dos propuestas pictóricas que parten de referentes históricos específicos Cardoso reinterpreta críticamente ciertos síntomas de una modernidad en ciernes: los ideales libertarios que fomentaron las gestas emancipatorias en el continente, las cuales finalmente permanecieron como aspiraciones utópicas de una realidad social más justa (punto de partida para El Gorro del Obispo), y los procesos de identificación del territorio nacional que tuvieron como sustento estético la concepción romántica de la naturaleza, cuyas imágenes idílicas favorecieron las prácticas extractivistas en la región (preocupación que el artista manifiesta críticamente en las pinturas de la serie Lebensraum).

La reflexión ética y estética sobre las prácticas extractivistas que afectan violentamente espacios naturales y comunidades a nivel local y global, interés que aparece con fuerza en Lebensraum, en la Suite del Coan Coan, Lago Agrio-Sour Lake, y en Golem su serie más reciente . En esta última Cardoso presenta desde la ambigüedad de la imagen una visión sobre la relación naturaleza-civilización, apropiándose discursiva y críticamente de la estética del paisaje romántico del siglo XIX. Cabe señalar que estas propuestas revelan un posicionamiento crítico del artista que en ocasiones trasciende el espacio del arte para ampliar su función social: la obra Lago Agrio-Sour Lake, por ejemplo, ha generado relaciones interesantes entre el arte y el activismo ecológico, por cuanto estos comparten en la propuesta una perspectiva crítica y compleja.

Como puntos de inflexión de este itinerario se presentan dos cortes temporales que dan cuenta de procesos menos recientes, pero claves, para comprender la trayectoria del artista:

El primer punto de inflexión presenta un período específico situado entre 1998 y 2001. Las obras expuestas revelan cierto interés en las imágenes “encontradas” en la cotidianidad: recortes de revistas, fotogramas de películas o programas televisivos, y fotografías personales. La estrategia consiste en descontextualizar su función representacional, y posteriormente insertarlas en otros ámbitos narrativos. Un recurso estético importante es la utilización de materiales no convencionales en la pintura, por ejemplo carbón, cera de abeja, soga, gasa o pelo, elementos que posibilitan sensaciones no sólo visuales, sino también táctiles y olfativas. El artista incorpora también estructuras en hierro, las cuales auguran el uso de soportes metálicos que serán relevantes en las obras de la serie Geodesia.

El segundo punto de inflexión constituye un recorrido de diez años por la producción de Cardoso, desde 1987 hasta 1997. Se podrá conocer los momentos iniciales de su exploración técnica con el aerógrafo (Ciudad e Historia de Yo), así como las apropiaciones citacionistas que abordan con ironía reflexiones sobre los discursos oficiales de la Historia del Arte, la religión y la cultura en general (La oscura lengua del sediento y Verdad a dos tiempos), y el valor de la relación imagen-palabra en el desarrollo de procesos de autoconocimiento como en Réquiem para Mrs Hartley, La vara, y Olvido. Se aborda también las representaciones simbólicas de inquietudes personales que posteriormente se centrarán en los sentidos y la percepción. Son significativas en esta dirección: Los cinco sentidos, Dame nalgadas, Cuatro emanaciones (todas involuntarias) o Mi filósofo. Y, finalmente, el recorrido culmina con las indagaciones sobre su propia subjetividad desplegadas en autorrepresentaciones que ensayan preguntas sobre sí mismo: Yo clueco, Yo Legión, Yo voyeur. Los diez años de trabajo que se reflejan en este corte temporal fueron el resultado de intereses estéticos diversos.

En cuanto a la investigación que sustenta estos recorridos, cabe señalar que Cardoso ha mantenido un organizado archivo de fotografías y textos de prensa, ensayos sobre su trabajo y correspondencia institucional–entre otros insumos documentales–, que han facilitado el acceso a la información relativa a su obra. La recopilación y conservación de este material demuestra una preocupación por el registro del tiempo y la experiencia de trabajo día a día durante casi tres décadas. Es importante hacer visible esta preocupación por el registro y la memoria, por lo cual se ha creado dentro de la exposición un espacio de investigación artística documental donde se podrá tener acceso a la información relacionada. Finalmente, amerita reconocer el trabajo del artista, su dedicación y paciencia en diálogos interminables que contribuyeron activamente con la curaduría. Sin este aporte invaluable la presente exposición no sería posible.



[1]El Premio contó con un Comité Técnico que realizó la preselección, integrado por Miguel Alvear, Trinidad Pérez, Edgar Vega, Melina Wazhima y Romina Muñoz,- y un Comité de Jurados que determinó los premios, conformado por Manuela Moscoso (Ecuador), Nekane Aramburu y Javier Duero (España).

[2]Término tomado del texto “Teoría de la Deriva”, de Guy Debord (1958). aparecido en el # 2 de Internationale Situationniste. Traducción tomada de Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999.

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